EL ROSARIO ES LA ESCALERA
MÁS CORTA PARA SUBIR AL CIELO
Carlo es un enamorado de la Virgen María y sin duda no renuncia a la cita que él define como “la más galante de todo el día”: rezar el Santo Rosario. Carlo intuye desde pequeño cómo María es la puerta privilegiada para entrar en comunión con Jesús. Entre los títulos con los que se honora a la Virgen y los Santuarios dedicados a ella, el de la Virgen del Santo Rosario de Pompeya, asume una importancia fundamental en la vida del chico. De hecho a este Santuario están muy unidos los familiares de la madre de Carlo que tienen como antepasados a dos Santas: Giulia Salzano y Caterina Volpicelli, ambas muy unidas al Beato Bartolo Longo, fundador del Santuario de Pompeya. Esta devoción por la Virgen Carlo la respira en el seno de su familia desde muy pequeño y sin duda le ha marcado profundamente.
UN POCO DE HISTORIA
El Rosario tiene orígenes antiquísimos. De hecho parece que se remonta al siglo XII, cuando ya desde hacía tiempo lo rezaban los monjes certosinos. Luego, muy pronto, se difundió en todo el mundo católico, asumiendo características distintas, pero conservando siempre la invocación a María Santísima. La popularidad del Rosario también la confirma el gran número de cofradías y asociaciones que, tanto en el pasado como en nuestros días, llevan su título. La festividad litúrgica en honor de la Virgen del Rosario se celebra el 7 de octubre. Fue el Papa Gregorio XIII el que la trasladó a ese día, sustituyendo la de Santa María de la Victoria que su predecesor San Pío V había instituido para conmemorar la afirmación en Lepanto de la flota cristiana sobre la turca que amenazaba las costas vénetas.
También para la oración del Ave María, tal como está estructurada ahora, muchos concuerdan en que gracias a los monjes certosinos se difundió en toda la Iglesia. Si la costumbre de unir el saludo de Isabel y el Ángel es muy antigua, la segunda parte de esta oración es mucho más reciente. De hecho la invocación: "Sancta Maria, ora pro nobis" ("Santa María ruega por nosotros") apareció por primera vez en un breviario certosino del siglo XIII. En el siglo XIV, de nuevo en los breviarios certosinos, la fórmula pasó a ser: "Ora pro nobis peccatoribus. Amen" ("Ruega por nosotros pecadores. Amén"), mencionando en ocasiones "Mater Dei" ("Madre de Dios") después de María. Por último, hacia el año 1350, apareció, de nuevo en un breviario certosino: "Nunc et in hora mortis. Amen." ("Ahora y en la hora de [nuestra] muerte. Amén.").
CARLO DECÍA
QUE DESPUÉS DE LA SANTA
EUCARISTÍA
EL SANTO ROSARIO
ES EL ARMA
MÁS POTENTE
PARA COMBATIR
AL DEMONIO